RELATO: MUNDO INCONSCIENTE 

Sonó el timbre indicando el regreso a clases; como siempre iba sola por los pasillos dirigiéndome a mi aula de clase. Podría decir que soy una persona bastante alejada de los demás, tímida y callada. Sólo me acompaña mi amiga Laura, la cual siempre está a mi lado y sabe todos mis secretos, excepto uno de ellos: estoy enamorada de ella, loco ¿no? Y también muy común; enamorarse de la mejor amiga -mi subconsciente solo se burla-

 

Terminaron las clases, llegué a mi casa y en mi mente resonaban una y otra vez los insultos que mis compañeros hacen dirigiéndose a mí, a los cuales hago caso omiso, aunque en el fondo mi corazón se retuerce de rabia y no encuentro otra salida más que maltratarme físicamente. Largas e infinitas líneas de rojo rubí salen de mi piel al hacer contacto con tan fina capa de metal podrido, es ahí cuando me fundo en un mar saliendo de mis ojos y de mis entrañas; un mar con una marea tan alta como la de las bellas líneas rojas saliendo de mi cuerpo…

 

Laura llama a mi puerta, veo el reloj marcando las 3 de la tarde y pienso -jota de escuchar los problemas de mi amiga-

 

-Hola, muñeca- dice saludando

 

 

Se sentó en mi cama y empezó a contarme cómo había peleado con su novio Jhofer, no llevaban mucho tiempo, pero aun así ya se amaban -irónico ¿eh? -

Me perdí en sus ojos, en sus hermosos ojos cafés, y sabiendo que nunca podría estar con ella, no me importaba, tan solo mirarla hablando era suficiente para mí.

-Hey, Danielle! ¿me estás escuchando? - dijo sacándome de mis pensamientos

-Sí, sólo pensaba en algo 

- ¿Otra vez lo hiciste?

No tuve tiempo para responder, en ese momento tomó mis muñecas y se tiro encima de mi mirándome con ojos de enfado que suele hacer; nos quedamos mirando por unos segundos y… No pude aguantar más y la besé, ella correspondió el beso, no duró mucho pero aun así me llevó al espacio. Nos separamos y agaché la cabeza. No podía mirarla, no era capaz, pero sentía su mirada en mí… Se puso en pie, un tanto confundida y se fue sin decir nada. Quedé sola en mi habitación. Con ganas de ver ese rojo rubí que tanto bien me hace, sale a la luz una tormenta que creé en tres segundos y la marea vuelve. No salí en todo el día de mi habitación, ni siquiera a la cena, me sentía muy culpable por lo que había sucedido intente llamarla y escribirle, pero no me respondía, supongo que no quería volver a saber de mí. -claro que no quiere saber de ti- grita mi subconsciente con cara de enojo.

 

A la mañana siguiente estaba en mi aula de clase acostada en mi pupitre, escuché a alguien gritar mi nombre, pero no quise voltear a mirar para saber quién era, pensé que solo querían seguir burlándose de mí, pero no fue así porque una mano toco mi hombro en ese momento.

-Hey, Danielle, te estaba llamando ¿No escuchaste?

-No, lo siento 

-Tu amiga te está esperando en la puerta 

¿Laura? Dije para mí, volteé a mirar y Laura se hallaba en la puerta, me hizo una señal con la mano de que la siguiera. Me levanté de mi puesta y fui caminando detrás de ella, nos dirigimos al baño el cual estaba completamente solo, se detuvo delante de los lavamanos, yo en cambio me quedé en la puerta

-Por qué me besaste ayer? Dijo Laura

-No lo se

-Tu eres de ese tipo? ¿Te gustan las mujeres? 

- Tal vez. En realidad, no lo sabía

-Yo te gusto?  Pregunto Laura

- Eso creo

-Ay mi niña, dijo acercándose hacia mí, se acerca tanto que podía sentir su respiración en mi rostro, me beso como nunca nadie lo había hecho, esta vez duro más que la primera, mucho más, cuando se acabó la miré directo a los ojos, y pude notar que ella sentía algo por mí, aunque sea mínimo  

Salimos del baño y cada una cogió un camino diferente para llegar a nuestras aulas de clases, cuando llegue al salón, estábamos en hora libre y todos molestando como siempre, me senté en mi pupitre y ellos me empezaron a gritar los mismos insultos de siempre, se acercaron a mí y me pegaban en la cabeza, me empujaron y caí de la silla, me seguían pegando e insultando, no me dejaron en paz hasta que sonó el timbre que indicaba el final de las clases, salí corriendo mientras siento como mis mejillas se calentaron de la rabia que tenía y como las lágrimas bajaban por mi rostro, tome el autobús sin mirar a nadie.

 

Ya estando en mi casa me senté en el borde de la cama, otra vez vuelvo hacerme daño físicamente, ya es como una costumbre, ningún día puede faltar, pero hoy fue diferente porqué aunque saliera de mi esas bellas líneas rojas no sentía nada, absolutamente nada me desespere tanto que mire al balcón y planeaba tirarme para acabar con todo de una vez, pero una voz dentro de mi dijo: esa caída no te matara, solo te dejara herida si lo quieres hacer, hazlo bien, que no quede ni una posibilidad de que puedas quedar con vida.

Baje a la cocina y había pastillas encima de la nevera, pastillas que me mandaba el psicólogo (al cual acudía cada mes) para que “me calmaran” pero nunca funcionaban, las agarre y saque la botella de agua. Empecé a tomar una por una sin parar, no las conté, pero seguro fueron más de treinta, después de unos minutos me empezó un dolor de estómago muy fuerte que me hizo caer inconsciente al piso de la sala.

 

Me desperté, y puede ver a mi madre sentada dormida al frente mío, mire mi brazo y me habían canalizado, de repente entro una enfermera con una bandeja donde llevaba un poco de comida, cuando vio que estaba despierta, salió corriendo y unos segundos después entro un médico, podría decir que tenía unos 30 años, pero se veía un poco más joven,

-Hola, ¿Cómo te sientes? Me pregunto

-Con dolor de estómago, dije haciendo una mueca de dolor

-Tuviste mucha suerte, la mayoría de personas no vuelve a despertar cuando se toman esa cantidad de pastillas.

 

Mi madre despertó y el medico nos dio una charla, no le preste mucha atención ya que estaba muy cansada. Al siguiente día me dieron de alta, miraba las calles mientras mi mama conducía el auto.

- ¿Cuántos días es que estuve inconsciente?  Ya me lo habían dicho, pero no lo recordaba

-Una semana cariño, dijo mi madre (no estaba tan enojada como pensé) si hubieras tomado las pastillas con alcohol, no estira yendo a casa, si no llevándote flores

 

¿Alcohol? Así que eso fue lo que falto, dije para mí misma. Entendí a lo que se refería, ella siempre ha sido muy directa conmigo y le agradezco por eso. Llegamos a casa y mi madre me dijo que Laura estaba muy preocupada y que la llamara, lo pensé hacer, pero… al final no lo hice y me acosté a dormir.

Me desperté y escuché un ruido en la sala, bajé a mi mirar y Laura estaba en la sala con mi madre hablando, ellas voltearon a verme apenas entre y yo salí corriendo al baño para cepillarme, entre a mi cuarto y Laura ya estaba ahí esperándome, pensé que me iba a regañar, pero en vez de hacer eso, se puso de pie y me abrazo como nunca nadie lo había hecho, después pude notar que estaba llorando, levanté su rostro y la besa.

-Por qué lo hiciste? Me querías dejar sola? Ya hemos hablado mucho de eso y sabes que tus compañeros son unos estúpidos, dijo mientras nos acostábamos en la cama

-No quiero hablar de eso

-Está bien, te cuento que he estado demasiado preocupada por ti, casi no he dormida por pensar en que no te iba a volver a ver. Te extrañe

Cuando dijo eso mi corazón se detuvo, y miré sus ojos, pude notar lo mismo que cuando nos besamos y sus ojos se iluminaron mas

-Termine con Jhofer, Ahora soy toda tuya.

La quiero tanto, que me hace feliz el solo mirarla, nos quedamos abrazadas en la cama y si quiero seguir con mi vida es gracias a ella, le daré todo para que pueda ser feliz a mi lado y nunca le haga falta nada.

 

 

FIN.